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Qué hace un orador Protagonista

Actualizado: 25 jul 2020

Salem Ludwig, a mano alzada.

Mi Maestro en el HB Studio NY

1996/1997

Uno de los primeros trabajos de higiene a los que se enfrenta un orador en su estudio, se refiere al discurso.


Los oradores/as dan vueltas y vueltas intentando encontrar un "modo" original para sus palabras, cuando en verdad solo hay dos tipos de discursos;

los buenos y los malos, dando igual cómo se digan.


Un buen discurso puede ser dicho por las dos figuras importantes de la oratoria; Protagonista y Antagonista. Pero no cabe ninguna duda de que el Protagonista, aquel discurso destinado a cambiar el statu quo tiene muchas más posibilidades de hacer un gran discurso debido al esfuerzo que tendrán que hacer las herramientas del ejercicio técnico.


¿Qué quieres conseguir con tu discurso? Nada. Solo tengo que transmitir bien unos datos.


Este no puede ser el objetivo de un líder. Bien, la ponencia consiste en transmitir unos datos, pero un líder siempre tiene que tener un objetivo que cumplir. Siempre. En el ejercicio técnico intentaremos preparar un discurso Protagonista y en su defecto, uno Antagonista (no podemos tampoco subestimar el discurso cuya tarea es mantenerse a salvo en el statu quo) pero lo que nunca hará un líder es convertirse en un portavoz o en aquel que se conforma con formaciones TIPS para ir saliendo del paso. Como sabéis, en EEUU cualquier empleado sube al atril de manera improvisada y hace un discurso bastante aceptable. ¿Por qué es eso? En primer lugar porque hay cultura del error. Tal y como pasaba hace décadas en nuestro país, un error dentro del aprendizaje era aplaudido por los maestros. Hoy en día no hay aprendizaje. Un orador recién nombrado tiene ya toda la carga de éxito que sus superiores y compañeros esperan de él o ella. Hablar, habla todo el mundo, así que se trata de subir al escenario y morirse de nervios enfrentándose sin formación ni experiencia a lo que otros pasan años practicando y mejorando en auténticos estudios de interpretación. ¿Es la oratoria un transito en la vida de un profesional o es, realmente, una profesión?


Protagonista. Su etimología griega (protagonistis) divide la palabra en «protos» (primero) y «agonistís» (luchador) convirtiéndolo en lo que para mí es el orador de mayor retórica y dialéctica, en comparativa con el orador antagonista. En un discurso el protagonista va a romper el SQ imponiendo o demandando un cambio que tendrá que argumentar «en contra» de lo establecido, y de ahí que se considere al orador como a un librepensador. Hoy en día, afortunadamente, la palabra «librepensamiento» no solamente se encuentra en entornos académicos, pero hay que tener cuidado porque, como diría Byung-Chul Han en La sociedad del cansancio, «vivimos en un momento empresarial en donde los milagros son originados por la acción heroica a la cual el ser humano es obligado por el simple hecho de haber nacido y la reflexión se degenera reduciéndose a una pura función cerebral que consiste en un ejercicio de cálculo». Estos filósofos no paran de dar malas noticias, aunque es lo que se espera de ellos, y pienso que no podemos subestimar sus capacidades para desvelar asuntos ahí donde nosotros, quizás, estemos más dormidos.


Aunque podríamos estar saliendo ya de esa gran decadencia en asuntos de oratoria que hemos vivido, provocada por el exceso de cálculo en la palabra, ahora el problema con que nos encontramos es que el nuevo orador no está ejercitado en la figura completa del protagonista. Las empresas piden discursos nuevos, creativos, capaces, como decíamos, de transformar conciencias y modos de hacer en el entorno empresarial, pero no es tarea fácil pensar y hacerlo bien. Un protagonista tiene que ir por delante de su auditorio cargando con la responsabilidad de aclarar desde la palabra, y eso es complejo. Como diría Martin Heidegger en ¿Qué es pensar?, «lo gravísimo de nuestra época grave es que todavía no estamos pensando». Y es así como nos hemos encontrado con discursos repetitivos, arquetípicos y encasillados, que eran dichos desde el cansancio y el aburrimiento.


Así que la característica principal del orador protagonista es que pretende cambiar el SQ y para ello necesita que el público cambie de idea, de opinión o de creencias (en el peor de los casos). Quiere conseguir que no se apoye un proyecto o motivar a que se empiece a apoyar otro nuevo. En definitiva, el protagonista se conduce, abierta u ocultamente, a influir en el auditorio en beneficio de su idea (idea, proyecto, filosofía, etc.).


Ejemplos: Convencer al consejo de administración de que la subida de tarifas supondrá un aumento de ventas. Cambiar la directriz que pretende retirar una plataforma en África. Pedir a la flota de ventas un mayor esfuerzo en la zona norte. Presentar un nuevo proyecto para conseguir un ascenso. Detrás de todo esto se consigue descubrir el deseo cuando el orador se pregunta ¿por qué? ¿Qué pasa si no lo conseguís? Pedís que os acepten un proyecto para conseguir un ascenso, pero ¿por qué queréis ese ascenso? ¿Cuál es vuestro deseo exactamente detrás de todo eso?


Habitualmente, los oradores no reconocen con facilidad la cantidad de discursos protagonistas que pueden hacer representando a sus compañías, justificando que ellos, los oradores, no siempre tienen cambios que comunicar. ¡Se deja tanto por decir! Por otro lado, cuando se habla con los presidentes sobre sus oradores, opinan que determinadas políticas existentes podrían funcionar mejor si se «convenciera» a los auditorios (equipos de ventas, directivos, socios, inversores) sobre cómo realizar mejor las políticas empresariales, lo cual supone, claramente, provocar un cambio en el modo de pensar y actuar de las personas. O sea, reconocen que sus oradores podrían dar más pasos en la transformación de las ideas de los que se atreven dar. Recordando a Antifón de Atenas, no habría mejor oportunidad que esta para contribuir al pensamiento colectivo. O sea, el discurso protagonista. Este es el trabajo de un líder que, con la estructura adecuada, tiene que ir convenciendo, a través de sus argumentos, sobre el mejor modo de hacer las cosas, y por eso decíamos que un discurso sin deseo, sin protagonista, sin conflicto, es el relato de un portavoz al cual no se le pide más que traslade a un foro la voz consensuada de un grupo. Con esto no estoy queriendo desmerecer la labor de portavoz, pero sí indicar que el compromiso de un personaje y otro no tienen comparación.”


Cuando os inviten a un congreso y podáis elegir el tema, ¿por qué no empezar ya por elegir uno que necesite la figura del protagonista?


Conoce el ejercicio técnico para empezar a estudiar discursos 100% de liderazgo.


Información para el próximo curso.

Madrid - Teatro de Las Aguas / 3,4,5 y 6 de feb. Mañanas





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